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Caminar con los refugiados: un servicio «humano, educativo y espiritual»

Published: Venres, 20 Xuño 2025

Caminar con los refugiados: un servicio «humano, educativo y espiritual»

La misión del JRS, con sus 11 500 colaboradores repartidos en 58 países, consiste en acompañar, servir y defender a las personas desplazadas por la fuerza. Este servicio identifi ca sus necesidades y promueve actividades inmediatas y duraderas capaces de abrir su futuro.

Como obra apostólica de la Compañía de Jesús, el Servicio Jesuita a Refugiados (JRS) se dedica a acompañar a las personas desplazadas por la fuerza, víctimas en su mayoría de persecuciones, conflictos armados, violaciones de los derechos humanos o catástrofes naturales. El JRS está implantado hoy en día en unos 58 países del mundo, y cuenta con unos 11 500 colaboradores apostólicos: jesuitas, religiosos y religiosas de diferentes congregaciones, miembros del personal y voluntarios laicos, refugiados miembros del personal, originarios de distintas naciones, culturas y contextos tanto religiosos como seglares. Juntos trabajan en una misión común de acompañamiento, servicio e incidencia a favor de los refugiados y de todas las personas desplazadas por la fuerza.

Sin duda alguna, las necesidades son ingentes, ya sean consecuencia de la globalización o de la proliferación de crisis humanitarias. A mitad del año 2023, el número de  desplazados por la fuerza en el mundo se estimaba a 110 millones, de los cuales 36,4 millones son refugiados, 62,5 millones, desplazados internos y 6,1 millones, solicitantes de asilo. Hoy en día, los desplazamientos forzados de poblaciones y la acogida de refugiados incumben a todos los continentes.

Desgraciadamente, la mayoría de los refugiados son acogidos en países de ingresos bajos o medios (Etiopía, Uganda, República Democrática del Congo, Chad, Bangladesh,  Pakistán, República Islámica de Irán, Colombia, Jordania, Líbano y Turquía). 

Frente a esta realidad compleja y universal, el JRS quiere responder de manera innovadora y activa, inscribiéndose dentro de la dinámica de implementación de las Preferencias Apostólicas Universales de la Compañía de Jesús. En el JRS, esta dinámica se concreta a través del discernimiento apostólico común para identificar cuáles son los grupos más vulnerables dentro de los desplazados por la fuerza, las necesidades más urgentes y las actividades inmediatas y duraderas capaces de promover una mayor justicia a favor de estas poblaciones. En este proceso suelen verse implicados todos los niveles apostólicos del JRS (equipos regionales, nacionales y sobre el terreno) así como los representantes  de las poblaciones que reciben la ayuda (refugiados y otras personas desplazadas) sin olvidar los colaboradores humanitarios indispensables. Gracias a ello, en 2022, hemos podido ponernos al servicio de 1 millón y medio de mujeres, hombres y niños a través de todo el mundo, priorizando los proyectos orientados hacia la reconciliación, la salud mental y el apoyo psicosocial, la educación y los medios de subsistencia, así como la incidencia.

Pero en el corazón de todas estas actividades apostólicas, de este «hacer » a favor de nuestros hermanos y hermanas desplazados por la fuerza, lo que caracteriza  fundamentalmente el JRS es su voluntad primera y común de «estar junto» a ellos, caminar a su lado por las rutas humanas, cargar con ellos el peso de los días, sufrir al verlos frustrados y desesperados, manifestarles un poco de amor. Esta compasión en actos, que se nutre en la consciencia de nuestra humanidad común, la vivimos ofreciéndoles parte de nuestro tiempo y de nuestra energía, escuchándolos, compartiendo sus penas y sus esperanzas. Es un ministerio de acompañamiento, consolación y sanación con el que esperamos ardientemente que las personas que acompañamos puedan sanar de sus heridas interiores y recobrar su dignidad perdida, reconciliarse consigo mismos y con esa otra franja de la humanidad que les oprime, para lograr reconstruir sus vidas sobre unas bases más justas. Al cabo de los años, los obreros apostólicos del JRS han ido experimentando y comprendiendo profundamente la visión del padre Pedro Arrupe, expresada de manera incisiva en la carta fundacional del JRS: «La ayuda que se necesita no es solamente material: lo que especialmente se requiere de la Compañía es un servicio humano, educativo y espiritual. (…) Dios nos está llamando a través de esas poblaciones desvalidas. La oportunidad de prestarles ayuda deberíamos considerarla como un privilegio que, a su vez, nos traerá grandes bendiciones de Dios para nosotros y la Compañía».

En ocasiones, algunos colaboradores del JRS experimentan personalmente ese acompañamiento mutuo, un crecimiento humano y espiritual mutuo a través del camino  compartido con los refugiados. En sus conversaciones con ellos, los colaboradores se dejan sorprender por la profundidad de sus reflexiones que iluminan sus propias experiencias de pena o de sufrimiento. Descubren en el otro que está a su lado la misma humanidad, encuentran un fructuoso sentido a sus propias vidas y abrazan un camino hacia Dios. Al principio, cuando se ponen al servicio del JRS, lo que les mueve es el deseo de darse a los desplazados por la fuerza, ofrecer hospitalidad y protección a esos extranjeros excluidos de la sociedad, rotos por dentro y desprovistos de todo. Al final, acaban comprendiendo que quienes reciben un precioso regalo de manos de los
excluidos son ellos mismos: aprenden a reconstruir sus vidas sobre unos valores más concretos, y se encuentran también con lo divino, sea cual sea el nombre que ellos le den en función de los contextos religiosos o seculares en los que vivan.

Redactado en colaboración con Eric Goeh-Akue, SJ; María Elena Hernández Lara; Elías López Pérez, SJ; William R. O’Neill, SJ; Patrick O. Etamesor, SJ; Alberto Ares, SJ; Leo J. O’Donovan, SJ.