Jesuitas España

San Alonso Rodríguez

Published: Martes, 31 Outubro 2023

San Alonso (o Alfonso) Rodríguez (1533-1617) se hizo famoso por la extraordinaria santidad que supo desarrollar en el día a día de su trabajo como jesuita portero de un colegio. Había nacido en Segovia, España, hijo segundo de un próspero comerciante de lana y tejidos, que un día dio confortable hospitalidad en su casa a Pedro Fabro, uno de los primeros compañeros de Ignacio, cuando estuvo predicando en Segovia. Fabro ayudó a aquel niño a prepararse para la primera comunión, pero el camino de Rodríguez hasta llegar a la Compañía de Jesús había de ser lento e indirecto.

A los doce años su padre lo mandó al nuevo colegio de los jesuitas en Alcalá, pero sus estudios se interrumpieron abruptamente con la muerte de su padre. Alonso ayudó a su madre a mantener el negocio familiar, y llegó a hacerse cargo de la dirección. A la edad de 27 años se casó con María Suárez, de la que tuvo tres hijos, pero la vida familiar tocó a su fin cuando murieron los cuatro. Los fuertes impuestos acabaron dando al traste con su negocio, dejando en el joven viudo una penosa impresión de fracaso personal.

En su angustia se dirigió a los jesuitas, que acababan de llegar a Segovia, en busca de dirección espiritual. Por medio de la pérdida inconsolable de su mujer y su familia, Dios condujo a Rodríguez hasta una relación de intimidad consigo. Fueron días de triste oración en soledad, buscando la voluntad de Dios. Queriendo entregarse a Dios como jesuita se ofreció como candidato al sacerdocio, pero su avanzada edad de 35 años, su frágil salud y lo limitado de su formación, no lo hacían apto a los ojos de los jesuitas que lo examinaron con vistas a su admisión. El año 1568 se trasladó a Valencia, a donde había sido destinado su director espiritual, y durante dos años se esforzó por obtener la formación necesaria para ser sacerdote. Por su parte estaba dispuesto a ser hermano jesuita si había que descartar el sacerdocio, pero los padres que lo examinaron en Valencia llegaron a la misma conclusión negativa de los anteriores. Sin embargo el provincial detectó su santidad y le dio el permiso para entrar en la Compañía.

El 31 de enero de 1571, a la edad de 37 años, Rodríguez entró en el noviciado, pero sólo seis meses después lo enviaron al colegio de Montesión en la isla de Mallorca, frente a la costa española. Allí acabaría su noviciado y se haría famoso por su humilde trabajo de portero y su amistad con otro santo jesuita, Pedro Claver, el apóstol de los esclavos que llegaban a Colombia.

En 1679 Rodríguez es nombrado portero del colegio, encargado de recibir a las visitas, localizar a los jesuitas o estudiantes que recibían alguna llamada, dar mensajes, hacer mandados, distribuir limosnas y - lo más importante - consolar a los atribulados que no tenían a nadie a quien dirigirse. Era repetitivo y monótono, exigía mucha humildad, pero Rodríguez imaginaba que todo el que llamaba a la puerta era el mismo Señor, y saludaba a todos con la misma sonrisa que habría reservado a Dios. Los estudiantes sentían la presencia y la influencia de Alonso y se le acercaban en busca de consejo, ánimos o de una oración.

Tenía ya 72 años cuando llegó Pedro Claver al colegio, ardiendo en deseos de hacer algo por Dios, pero no sabiendo cómo hacerlo. Se hicieron amigos y hablaban a menudo sobre la oración y la santidad mientras paseaban por el colegio. El anciano consejero animó al estudiante a irse a las misiones de América del Sur.

Al portero jesuita lo apreciaban por su amabilidad y su santidad, pero fueron sus apuntes espirituales y sus memorias, las que revelaron, después de su muerte, la cualidad y profundidad de su vida de oración. El humilde hermano había sido favorecido por Dios con notables favores místicos, con éxtasis y visiones del Señor, Nuestra Señora y los santos.

Hoy, 31 de octubre celebramos su memoria.

Originalmente compilado y editado por: Tom Rochford, SJ Traducción: Luis López-Yarto, SJ