Jesuitas España

Ecología y Espiritualidad Ignaciana*

Published: Mércores, 15 Xuño 2022

En 2019 la Compañía de Jesús señalada el “Cuidado de la Casa Común” como una de sus cuatro Preferencias Apostólicas en las que enfocar su Misión. ¿Tiene la espiritualidad ignaciana alguna inspiración propia que poner al servicio de esta causa? Creemos que sí.

Tal vez la raíz más honda de esa afirmación la tengamos en el comienzo y el final de los Ejercicios Espirituales, en el Principio y Fundamento (PyF) y en la Contemplación para alcanzar amor (CaA): Las ‘cosas’ son más que cosas. Son creaturas y dones de Dios en los que Dios mismo habita y nos espera.

El proceso de los Ejercicios queda enmarcado en una doble afirmación. La del PyF: que no sólo el hombre sino “las otras cosas sobre la haz de la tierra” todas ellas, son creadas por Dios, es decir provienen de su amor originante. Y la de la CaA: que toda realidad es lugar de encuentro con ese Dios que es y se manifiesta: a) dándonos las cosas y dándosenos en ellas; b) habitándolas; c) trabajando en ellas por nosotros; d) descendiendo a ellas.

Desde sus experiencias espirituales en Manresa el mundo es para Ignacio una gran teofanía. En él se manifiesta Dios y en él quiere ser encontrado, adorado, amado y servido. Esa es su nueva mística, la que le trasforma de eremita en jesuita. A partir de entonces la pasión de Ignacio no se focalizará ya en ayunos, penitencias y oraciones sino en amar y servir a Dios, amando y sirviendo a su mundo. Cuando más tarde escriba las Constituciones de la Compañía de Jesús pedirá a cada uno de sus miembros algo que vale para todos porque define el horizonte más precioso de su espiritualidad: “Es preciso buscar y hallar a Dios en todas las cosas, a Él en todas amando y a todas en Él, conforme a su santísima voluntad.”

¿No existe ahí un principio inspirador de esa triple relación con Dios, con los demás y con la tierra en la que se mueve la vida de la humanidad? ¿Podremos acaso, una vez situados en esa cosmovisión, separar a Dios de lo que él tanto ama, el mundo? ¿Podremos responder a su amor sin expresárselo en el cuidado del hábitat de todos los seres vivos? Decididamente no. Así, la preocupación por el cuidado de la tierra no es opcional para quien desee vivir el seguimiento de Jesús desde la espiritualidad ignaciana. Nos atañe a todos y todos tendríamos que pensar el modo de contribuir a él. El reto está en que esa implicación sea, ella misma, espiritual, es decir, ‘ecología con Espíritu,’ motivada por Él que tiene su casa en la tierra, alentada e inspirada por Él y su proyecto de cielos nuevos y tierra nueva.

Seguir profundizando en esta conferencia.

*Texto basado en el post de José Antonio García SJ “Ecología y Espiritualidad Ignaciana” en Ecojesuit.