Jesuitas España

El Papa diferente: gestos con profundo sabor evangélico

Publicat el Divendres, 25 abril 2025

El cardenal argentino Jorge Mario Bergoglio empezó a romper moldes desde el mismo instante en que fue elegido Papa, el 13 de marzo de 2013. Con sus primeros gestos marcó la pauta de un pontificado que rompería con muchas formalidades y acercaría la figura del Papa a muchas personas: rechazó recibir el rito de obediencia de los cardenales sentado en el trono tras su designación; se asomó al balcón de la Basílica de San Pedro vestido con una sotana blanca y un crucifijo plateado sobre el pecho, sin la muceta roja ni la cruz pectoral de oro; y en lugar de bendecir a la multitud inmediatamente, pidió primero a la gente que rezara por él. Un acto de humildad que transmitió un mensaje de cercanía y sencillez, pero también de cambio.  

Cambios que no se quedaron ahí. El Papa Francisco trasladó su residencia a la Casa Santa Marta, para convivir con otros miembros del clero y laicos; rechazó utilizar el papamóvil y prefirió desplazarse en vehículos sencillos; eliminó formalidades en los encuentros con fieles y líderes mundiales; desde sus primeros días como Papa visitó cárceles y hospitales, lavando los pies de presos y refugiados en la misa del Jueves Santo, incluyendo a mujeres y musulmanes, algo inédito hasta entonces; eligió Lampedusa como primer destino de sus viajes; y se relacionó con cercanía y naturalidad con todas las personas.  

Gestos simbólicos, muy significativos, que han sido ampliamente recogidos y difundidos por los medios de comunicación y que han llegado a multitud de personas dentro y fuera del ámbito eclesial.  

Traducir el evangelio al mundo de hoy  

Pero ¿qué nos dice todo ello? El teólogo jesuita Víctor Codina, que fue profesor del papa Francisco, afirmaba que estos gestos tienen un profundo sabor evangélico. “Lo que Francisco dice y hace no es otra cosa que traducir el evangelio al mundo de hoy”. Así, la sencillez, la humildad, el buen humor… que destilan su forma de vestir, moverse o relacionarse, no están lejos de las líneas de fondo de su pontificado: la alegría de seguir a Jesús, que puso en el centro de su mensaje ya en 2013; la decida voluntad de proponer la sinodalidad como meta de la iglesia; su lucha contra el clericalismo y la reivindicación de “pastores con olor a oveja”; o su deseo de una Iglesia samaritana, que define como hospital de campaña. No solo sus gestos sino sus palabras han impactado también más allá de la Iglesia, porqué Francisco ha sido contundente al denunciar las consecuencias del capitalismo, promover la paz y la fraternidad universales, la lucha contra el cambio climático y el diálogo entre religiones.  

Si el Papa Francisco ha sido un pontífice diferente, ha sido no solo por sus gestos o su estilo personal, sino por todo el legado que nos deja, con un mensaje claro: la Iglesia debe estar al servicio de los más vulnerables, abierta al diálogo y comprometida con la justicia.