Jesuitas España

Recuperar el espíritu del silencio

Publicat el Dijous, 28 Mai 2020

20 de mayo de 1521, Iñigo de Loyola cae herido en Pamplona. Se inicia un proceso de cambio en su vida, que será trascendental para él y para la Iglesia. Es lunes de Pentecostés. 20 de mayo de 2020, 499 años más tarde, en Tokio, el P. Adolfo Nicolás Pachón inicia un nuevo proceso vital, pasa a la morada del Padre. Es tiempo de Pascua.

El P. Arturo Sosa, Superior General, anuncia el fallecimiento del que fuera nuestro General durante ocho años, y evoca dos términos: universalidad y profundidad. El P. Nicolás los usó en tantas ocasiones, hablando y escribiendo a jesuitas, colaboradores en la misión, estudiantes de los centros de la Compañía… Universalidad y profundidad dicen mucho de lo que ha sido la vida apostólica del P. Nicolás, de su talante personal y de su gobierno.

Evoco otra palabra para él vital y que hubiera querido desarrollar: silencio. Y, más en concreto, la necesidad de “recuperar el espíritu del silencio”. Me permito evocar confidencias personales en que me insinuaba su deseo de desarrollar esta intuición, pues trataba de vivir el silencio en su vida personal y lo consideraba primordial para la Iglesia y, en particular para la Compañía de Jesús.

No me consta, que dejara ningún esbozo escrito de lo que latía en su interior. Pero no tengo duda de que era tema frecuente de su oración y de su reflexión personal. Pienso en sus diarios paseos matutinos, en el alba romana, acompañado por el silencio de la ciudad que se despertaba, barruntando por dentro lo que el Señor espera cuando nos llama a vivir en profundidad nuestra vocación universal. Vocación universal vivida en profundidad, acompañada por el espíritu del silencio. Silencio que acompaña y acompasa toda dinámica de actuación y de servicio. No cabe encuentro con el otro, sin el silencio de la acogida, del acompañamiento, del respeto, de la reconciliación.

En la Congregación de Procuradores de la Compañía de Jesús, celebrada en Nairobi el año 2012, nos delineó sus reflexiones con estas palabras: “uno de los retos principales que afronta la Compañía hoy es el de recuperar el espíritu de silencio. […] Todos estamos necesitados de un lugar en nuestro interior donde no haya ruidos, donde nos pueda hablar la voz del Espíritu de Dios, con suavidad y discreción, y dirigir nuestro discernimiento.”

Si bien se trata de palabras dirigidas a la Compañía, resuenan en ella ecos de tantas llamadas que posteriormente el Papa Francisco dirigirá a toda la Iglesia. Reflejo de la sintonía espiritual que unía a los dos y que se fue fraguando en relación fraterna de confianza, de misión compartida y de atención a las necesidades de la humanidad de hoy. Tienen el valor del testimonio interior de una persona que trata de reconocer la vida del Espíritu latiendo en la realidad del día a día.

En respuesta a las llamadas del Papa y fruto de este silencio atento a las fronteras actuales de la sociedad, el P. Nicolás decidió ofrecer un espacio de la Curia General para dormitorio de los sin techo. Se hizo en silencio y en silencio continúa esta labor, gestionada por el limonero papal. Una frontera social en el corazón de la misma ciudad de Roma.

De nuevo sus palabras en Nairobi: “Intuyo en esto una verdad muy honda: necesitamos tener la capacidad de convertirnos nosotros mismo en silencio, en vacío, en un espacio abierto que la Palabra de Dios pueda llenar y el Espíritu de Dios pueda inflamar para bien de otros y de la Iglesia”. Palabras proféticas que se han cumplido en su propia vida durante los últimos años, orando por la Iglesia y la Compañía, compartiendo así con tantos jesuitas por todo el mundo la misión apostólica hasta el final.

Ignacio Echarte Oñate SJ