Jesuitas España

Comunidades apostólicas

Publicat el Divendres, 27 Desembre 2019

Las comunidades apostólicas surgen en el marco de un proyecto apostólico provincial de la antigua Provincia de Loyola, con un plan de formación que pretendía ayudar a los laicos colaboradores en obras de la Compañía a conocer mejor la misión de nuestras instituciones. Pero la formación no era suficiente. Era necesario que las personas colaboradoras que manifestaban cierto entusiasmo por la misión de la Compañía tuvieran ocasión de encontrarse, orar juntas y discernir sobre la propia obra.

La idea tenía poco de novedosa porque la comunidad apostólica está básicamente descrita en el documento de la Curia de Roma, “Orientaciones para las relaciones entre el Superior y el Director de obra” (1998).  Toda la novedad de las comunidades apostólicas consiste en atreverse a convocar a un “equipo apostólico de jesuitas y colaboradores” dentro de las obras para reflexionar sobre la misión de la obra.

En dicha comunidad participan libremente los jesuitas de la obra y aquellos laicos que así lo desean, con independencia de su puesto concreto dentro de ella. Esto implica en primer lugar que este es un espacio en el que participan personas atraídas por la misión de la Compañía y que son capaces de participar en una dinámica de discernimiento espiritual con lenguaje creyente, ellas lo sean o no.

En segundo lugar, que personas que no tengan una función directiva también pueden reflexionar sobre la orientación estratégica de la obra y sobre su misión. En el fondo subyace la convicción de que el Espíritu actúa en todas estas personas y todas pueden tener algo importante que aportar. Pueden sobre todo aspirar al magis de la obra y seguir animándola a dar lo mejor de su carisma fundacional.

La iniciativa de poner en marcha las comunidades apostólicas fue provincial; de otro modo, difícilmente habría resultado viable. Sin el empeño, impulso y constancia de la provincia, las comunidades no habrían nacido y, si lo hubieran hecho, no habrían arraigado. La provincia propuso tres reuniones al año de las comunidades apostólicas en las obras. Siempre con una dinámica orante y de discernimiento, dedicando tiempo a la lectura y oración personal y a la conversación espiritual. En la Universidad se ha orado y reflexionado orado sobre temas relevantes de la misión de la Compañía: reconciliación, hospitalidad, colaboración entre jesuitas y laicos, evangelización, trabajo con jóvenes, evaluación apostólica de las obras…

A día de hoy, las comunidades apostólicas llevan años activas en las obras. Se ha generado entre ellas un lazo de amistad y un sentimiento de pertenencia a algo más grande que la obra. Pertenencia al nosotros apostólico de la Compañía.

Han ayudado también a generar un ámbito de oración, comunicación y conversación espiritual en torno a la misión de la institución y de la Compañía. Es un lugar donde compartir nuestra espiritualidad y nuestro carisma.

Podríamos decir que todo el fruto producido hasta el día de hoy ha sido bueno. Los límites están en lo humilde que es la propia iniciativa: unas pocas reuniones al año, unas cuantas personas, pero no necesariamente muchas, en una cultura ambiental que es hostil hacia este tipo de dinámicas.

Las comunidades apostólicas han permitido ampliar el espacio de la colaboración entre jesuitas y laicos en el ámbito laboral, abriendo la posibilidad de una comunicación interior, espiritual, sencilla y profunda, en torno al carisma y misión de la obra y de la Compañía. Y así lo continúan haciendo.

 

(Extracto de un artículo publicado en Manresa. P. Alvarez-J.J. Etxeberria, “Comunidades apostólicas: un espacio donde compartir la mística de las obras”, Sal Terrae 356 (2018)