El peregrinar de la urna de san Francisco de Borja
Terminamos la trilogía dedicada a la Casa Profesa de Madrid relatando el peregrinar de la urna conteniendo los venerables restos del protagonista pasivo de la misma, san Francisco de Borja. Ya dijimos que, tras su fallecimiento en Roma en 1572, sus restos permanecieron en la iglesia de Il Gesù hasta que fueron trasladados en 1617 a Madrid, cumpliendo la parte fundamental del acuerdo entre la Compañía de Jesús y el nieto del santo, D Francisco Gómez de Sandoval, I duque de Lerma, titular de la fundación de la citada Casa Profesa madrileña. La urna de plomo conteniendo sus restos, dentro de un féretro de ciprés, fueron depositados en la primera iglesia de la calle Prado, llamada Nuestra Señora del Prado, en diciembre del citado año.
En 1622, con motivo de la beatificación del tercer prepósito de la Compañía, la reina Isabel de Borbón regaló una urna de plata con adornos de orfebrería y cinco pequeñas figuras, representando a los primeros santos y beatos de la Compañía. En el mes de mayo de 1627, la Casa Profesa se trasladó a la plaza de los Herradores de la capital de España, siendo colocada la urna en el primer templo que se consagró. Cuando en 1673 se construye la segunda y definitiva iglesia, en el altar mayor se ubica un rico mausoleo donde se depositan los restos del santo, lugar en el que permanecerán hasta la expulsión de la Compañía en 1767. La tutela de la fundación había pasado, en 1697, de la V duquesa de Lerma al IX duque de Medinaceli, transfiriéndose, a partir de ese año, todos los derechos y obligaciones sobre la Casa Profesa a esta dinastía.
A partir de 1769, el Real Oratorio de San Felipe Neri ocupa los edificios y aunque la iglesia cambia de advocación, la urna del santo permanece en su lugar hasta la invasión francesa. Cuando en agosto de 1809 José Bonaparte publica los decretos de disolución de las órdenes religiosas y la incautación de todos los bienes de oro y plata labrada, tanto de particulares como de instituciones religiosas, el prepósito de los filipenses, no pudiendo tomar contacto con el duque de Medinaceli, recurre a la duquesa de Gandía para organizar el modo de salvar los restos de su antepasado. Hicieron pasar la lujosa urna de plata por una modesta arqueta de bronce, desmontando las cinco figuras de plata que la adornaban y procediendo a pintar y embadurnar toda ella con una capa de aceite y betún. Como el edificio se iba a utilizar para el acuartelamiento de tropas, se consiguió la autorización para trasladar la urna a la iglesia de San Ignacio, la antigua del Noviciado en la calle de San Bernardo, ocupada ahora por los miembros de la Cofradía de los Misioneros del Salvador. El traslado se realizó en el otoño de 1809, colocándose las reliquias en la capilla colateral del altar mayor, lado Epístola.
Una vez expulsados los franceses, el 20 de octubre de 1814, el XIV duque de Medinaceli procedió a hacerse cargo del arca bronceada con sus sagrados restos, devolviéndola de nuevo a la iglesia de San Felipe Neri, donde permanecerían los siguientes veintidós años.
Como consecuencia de los decretos de desamortización, en 1836 se comienza a ejecutar la orden de derribo de los edificios de la plaza de Herradores, trasladándose la urna a la iglesia de San Antonio del Prado, contigua al palacio de los duques de Medinaceli, patronos también de dicha fundación. Unos años más tarde, el 13 de agosto de 1863, por iniciativa del XV duque de Medinaceli, se hace una nueva apertura de la urna y reconocimiento de los restos, levantándose la correspondiente escritura notarial y aprovechándose para restaurar, limpiar y reparar la misma, que casi sesenta años antes hubo que desmembrar y embadurnar para salvarla de los invasores.
En 1890, los duques venden todas sus propiedades en la carrera de San Jerónimo, en donde se construirá un hotel (el actual hotel Palace). Aunque la Compañía había retomado sus actividades en España en 1877, aún no disponían de un templo adecuado en Madrid que satisficiera las necesidades y objetivos del fundador del patronato para acoger los restos del santo. De común acuerdo, se decide trasladar la urna, provisionalmente, al templo contiguo, la actual Basílica de Jesús de Medinaceli.
Una vez construida la iglesia de san Francisco de Borja en la calle de la Flor Baja, se realiza el solemne traslado de las reliquias el 30 de julio de 1901, según expusimos en nuestro anterior artículo al hablar de la segunda Casa Profesa en Madrid. 137 años después de la expulsión de Carlos III, los restos del santo y tercer prepósito volvían a reposar en una iglesia de la Compañía.
El resto del peregrinar de la urna ya es conocido por el citado artículo: en 1931 incendian el edificio y parte de los restos del altar del santo son recuperados por unos fieles que los guardan hasta 1942, año en que los entregan al Instituto de Medicina Legal para su análisis. Tras laboriosas pruebas que duraron meses, se certifica en 1944 que una parte de dichos restos corresponden, efectivamente, al santo de Gandía.
Cuando se construye la actual iglesia de la calle de Serrano, los herederos de los ducados de Lerma y Medinaceli donan el altar de san Francisco de Borja, en donde se coloca, sobre su sagrario, una nueva urna de plata con los restos del santo, que es la que puede contemplarse hoy en día.
Martín Corral Estrada