San Ignacio en Barcelona
Para San Ignacio, Barcelona se convierte en un lugar de paso, cruce de caminos en su peregrinaje interior y exterior. Los documentos nos permiten afirmar con seguridad tres estancias en la ciudad condal: dos breves, en 1523 y 1527, y una más larga, entre 1524 y 1526. Barcelona acoge, en 1523, al “loco por Dios” que llega de la experiencia manresana; en 1524, al hombre espiritual que vuelve de Jerusalén purificado; y finalmente, en 1527, al peregrino determinado, que ha sido probado en la experiencia de Alcalá y Salamanca. Barcelona, ciudad abierta al mar, espacio fronterizo, se convierte así en refugio, en puerto seguro para Ignacio.
Ignacio entra en la ciudad de Barcelona procedente de Manresa, acompañado por el sacerdote Joan Pujol, hermano de Agnès Pascual, mujer manresana, viuda de comerciante y con casa en Barcelona. La entrada se produce por la calle Portal Nou, situada muy cerca del actual Arco de Triunfo: en tiempos de Ignacio, allá se encontraba la puerta de la ciudad. Abrimos este paso de la mano del peregrino y continuamos, cruzando la plaza Sant Agustí Vell y siguiendo por la calle Carders. Encontraremos, a mano izquierda, la capilla Marcús. Fue construida en el siglo XII por el noble Bernard Marcús, que, agradecido por un favor concedido, decide ofrecer un terreno para cobijar a un cementerio para personas sin recursos, además de la capilla. Ésta, en breve se convierte en sede de la Virgen de la Guía, patrona de viajantes, peregrinos y mensajeros. El lugar no sólo nos recuerda las prácticas devocionales del siglo que le tocó vivir a Ignacio, también nos llega el eco de su profunda interioridad, expresada en otros lugares de culto de la ciudad, como la capilla del Santísimo de la Catedral, la Basílica de Santa María del Mar o la Basílica de los Santos Just i Pastor.
Siguiendo por la calle Carders, y en pleno barrio gótico, llegamos a la plaça de la Llana desde la cual seguimos recto por la calle Bòria hasta encontrar, antes de llegar a la Via Laietana, la calle Sant Ignasi. Siguiendo esta vía aparece la calle Princesa, que al ser trazada en el siglo XIX, derribó la casa en la que se alojó Ignacio durante sus estancias en Barcelona. Justo en la esquina entre las calles Sant Ignasi y Princesa, se encontraba la habitación que alojó al peregrino. La vivienda pertenecía a Agnès Pascual, mujer que lo acogió y lo cuidó, con tanta estima, que el santo, huérfano desde niño, la sentía como “una madre”.
Bajando por Princesa nos encontramos, a la derecha, con la calle Montcada. Transitar por ella nos permite admirar, mientras nos dirigimos a la calle Sombrerers, algunos de los antiguos palacios medievales de la ciudad. Delicioso paseo que culmina en la esquina de la misma vía con Mirallers. Allí podemos detenernos antes uno de los laterales de la Basílica Santa María del Mar. En esta calle vivió el que fue maestro de Ignacio en Barcelona, Jerónimo Ardévol, a quien el peregrino, en el interior de la iglesia que estamos a punto de visitar, prometió centrarse más en los estudios y dejarse de tantas devociones: Ignacio aprendía a discernir los sutiles enredos del Mal Espíritu.
La Basílica merece una visita detallada. Magnífica obra del gótico catalán, construida gracias a las aportaciones de los comerciantes, la floreciente burguesía. Imprescindible detenerse en la capilla de San Ignacio: allá tendremos la posibilidad de contemplar una figura esculpida en bronce por el artista Lau Feliu. Inaugurada el 31 de Julio de 2015, festividad de San Ignacio, representa el cuerpo del peregrino en actitud receptiva. Su imagen se encuentra en el lugar físico en el que pedía limosna: así lo testifica una placa conmemorativa. En el mismo lugar, le acompañan la imagen de una talla de la Virgen de Aránzazu y un detalle de la Creu del Tort. Dos guiños al camino que Ignacio llevó a cabo desde Loyola hasta Manresa, así como a algunos de sus espacios de oración. No dejamos el lugar sin recordar algo importante: la limosna que Ignacio conseguía, le servía para abastecerse, y también para darla a personas más necesitadas que él…Tanto es así que, tal y como el hijo de Agnès Pascual testifica en sus cartas, la calle del domicilio familiar parecía un hospital, llena de gente esperando para ser atendida por el santo.
La calle que acoge la entrada de la Basílica nos lleva directamente a la plaza del Ángel, lugar en el que se encuentra el antiguo estudio en el que Ignacio recibió clases de su maestro. Justo donde se encuentra la hornacina con la figura del Ángel. Allá Ignacio atendía las clases, no sin ciertas dificultades, ya que empezó a estudiar con más de 30 años. Según el testimonio del mismo Ignacio, sus compañeros, jóvenes, se burlaban de sus dificultades. Él lo soportaba con paciencia y humildad. Le guiaba la voluntad del Señor: estudiar para ayudar a las almas.
La calle Jaume I nos permitirá encontrar Dagueria y ésta, la Basílica de los Santos Just i Pastor. Dos niños de 9 y 11 años martirizados en el siglo IV d.C. Situados entre la iglesia y el palacio Moxó, construido en el s XVIII y que había sido residencia de Isabel Rosés, nos adentramos en la historia que sucedió entre el santo y aquella mujer a la que, según Ignacio “le debía más que a nadie en el mundo”. Y es que estando Ignacio en oración, fue advertido por la dama, que admirándose de su semblante, lo quiso conocer. Consiguió invitarlo a su casa, y compartiendo charla con su marido y el peregrino, disuadió a éste último de embarcarse hacia Jerusalén. La intuición de Isabel acabó salvando la vida de Ignacio, puesto que el barco en el que hubiera embarcado naufragó…
No podemos acabar la visita sin aproximarnos al Palau. Conocido coloquialmente de este modo por ser la sede, durante siglos, del Palacio Real Menor de Barcelona, en el que se alojó la reina Elionor, esposa de Pere el Cerimoniós, rey de la Corona de Aragón en el siglo XIV. Dos siglos después, y ya en manos de la nobleza, Ignacio se acercó para pedir limosna. La capilla del palacio, antigua iglesia de Templarios, guarda, entre otros objetos, el colchón y el banco de oración utilizados por el peregrino en casa de Agnès Pascual. Los encontramos en una pequeña capilla junto a una talla de San Ignacio y otra de Alonso Rodríguez. El espíritu de sus trayectorias vitales nos pone en contacto con la labor que hoy en día se lleva a cabo en el edificio, sede de la Fundació Migra Studium: acoger, acompañar, servir y trabajar por la justicia.
Alícia Guidonet Riera