Jesuitas España

Kolvenbach, un General tranquilo para una época convulsa

Publicat el Diumenge, 27 Novembre 2016

No es fácil suceder a un personaje carismático, querido y conocido en todo el mundo. No es fácil porque inmediatamente surgirán expectativas, comparaciones y quizás críticas por no ser tu predecesor. Ese fue el formidable reto que se encontró Peter-Hans Kolvenbach cuando fue elegido General de la Compañía de Jesús por la Congregación General 33, tras el largo y complejo generalato de Pedro Arrupe. La renuncia de Arrupe, precipitada por la enfermedad, y un período de tensión con la Santa Sede que puso al frente de la Compañía de manera provisional a los padres Dezza y Pittau, terminó con el nombramiento de Kolvenbach el 13 de septiembre de 1983. Desde entonces, y durante los siguientes 24 años, llevó el timón de la Compañía de Jesús. Y consiguió lo que antes definíamos como tan difícil: suceder a Arrupe sin quedar eclipsado por su sombra. Kolvenbach fue el hombre tranquilo, de perfil sereno, de ingenio sutil, de voz templada, discurso sólido y actitud paciente, que se empeñó en continuar los cambios que había emprendido la Compañía de Jesús durante las décadas anteriores. Lo que con Arrupe había sido impulso, intuición y profecía, se consolidó con Kolvenbach en forma de tendencia, solidez y sabiduría. Su liderazgo ayudó a reparar algunas relaciones heridas, llevó a institucionalizar lo que había surgido de manera genial en los años anteriores, y dejó que el tiempo ayudase a reafirmar lo que el Espíritu había suscitado en la Compañía que abrazó la fe y la justicia. 

Durante más de dos décadas viajó por todo el mundo para encontrar a los jesuitas de un mundo en rápida transformación. Su reflexión y su palabra vino a ser un contrapeso a ese cambio acelerado que sacudía el mundo y la Compañía, que estaba transformándose demográfica y geográficamente como nunca antes. Sus discursos y documentos sobre distintos aspectos de la vida en la SJ, sobre todas las etapas de la formación y todos los aspectos de la misión siguen siendo hoy una referencia para entender quiénes somos los jesuitas en este siglo XXI.

Tras su renuncia, en 2008, volvió a Líbano donde había sido provincial con anterioridad. Y allí siguió, discreto, hasta su muerte este 26 de noviembre, sabiendo retirarse del primer plano y lejos de titulares y reconocimientos. Porque así son los jefes según el evangelio. Gente que sabe cómo servir, en la vanguardia y en la retaguardia, liderando y apoyando. Por todo eso, vaya aquí nuestra gratitud.