Ejercicios Ignacianos, con olor benedictino
¿Qué tienen que ver los Ejercicios Benedictinos con los Ejercicios Ignacianos? Ahondamos en el trasfondo histórico de esta vinculación:
San Ignacio, durante su estancia en Montserrat, vivió un capítulo esencial de su vida espiritual bajo la guía del monje benedictino Juan Chanones. Este encuentro con la espiritualidad benedictina no solo influyó profundamente en él, sino que también dejó una marca indeleble en su obra más célebre, los Ejercicios Espirituales.
Juan Chanones, era un monje benedictino francés, miembro de la comunidad de Montserrat cuando, en marzo de 1522, Ignacio llegó al santuario. Y allí, emprendería del 22 al 24 de marzo una confesión general con Chanones. Esta práctica, profundamente enraizada en la espiritualidad benedictina, consiste en una revisión minuciosa de la vida, confesando todos los pecados y buscando una reconciliación profunda con Dios. Para Ignacio, esta confesión fue un acto de purificación y entrega total a Dios. La confesión culminó con el acto simbólico en el que se despojó de sus ropas de caballero y se vistió con un humilde hábito de peregrino.
La confesión general fue solo el principio de la influencia benedictina en Ignacio. Según relata Pedro de Ribadeneira a Francisco Girón en una carta en 1607, fue Chanones quien entregó a Ignacio una copia de los ejercicios espirituales de Fray García de Cisneros, el antiguo abad benedictino de Montserrat, conocido por su "Exercitatorio de la vida espiritual". Este texto fue el primer manual de oración y meditación de Ignacio.
Chanones enseñó a Ignacio una forma de meditación y reflexión que ayudaban a las personas a acercarse a Dios a través de una serie de contemplaciones y oraciones estructuradas. García de Cisneros, cuyo trabajo Chanones utilizó, había desarrollado estos ejercicios para ayudar a los monjes a crecer en su vida espiritual mediante la meditación, la oración y la reflexión siguiendo las prácticas de la Devotio Moderna, que enfatizaba la devoción personal, la humildad y la piedad interior.
Los ejercicios benedictinos están diseñados para descubrir un camino hacia una experiencia más profunda de Dios. Esta mística se vive en la propia comunidad, desde el autodescubrimiento. Esa influencia caló en Ignacio desde el primer momento. La estructura metódica de los ejercicios de Cisneros proporcionó a Ignacio un marco sólido sobre el cual construir sus propios "Ejercicios Espirituales".
Ignacio adoptó y promovió la práctica de la oración mental, animando a los ejercitantes a una reflexión profunda y personal. La secuencia de puntos para la meditación, una metodología aprendida en Montserrat, fue crucial para organizar las sesiones de oración y reflexión en los Ejercicios Espirituales. Ignacio incorporó la técnica de visualizar y participar en las escenas bíblicas, lo que ayudaba a los practicantes a pasar de la mera admiración a una transformación interna por lo que percibían y experimentaban.
*Más información sobre los Ejercicios Benedictinos en este libro de Anselm Grünn: https://loyol.ink/ejercicios-benedictinos