Jesuitas España

El mate: ¿Cómo pasaron los jesuitas de prohibirlo a cultivarlo?*

Argitaratua: Larunbata, 15 Urria 2022

La historia de las misiones jesuíticas del Paraguay está muy ligada al uso de la yerba mate. En los bosques húmedos de la sierra de Mbaracayú, en la guayra, alto Paraná, se cría el Ilex paraguariensis, árbol descrito por el botánico Augustin Saint-Hilaire en 1822 de cuyas hojas se extrae una bebida que pueda tomarse caliente o fría y que los indios llamaban Caá-y (árbol de la hoja).

La palabra mate viene de la calabaza seca que se utiliza como vaso para beber, derivada del quechua “mati”, que en castellano pasó a “mate”, nombre con el que se conoce a esta yerba, también llamada té del Paraguay o té de los jesuitas.

La utilización de bebidas estimulantes preparadas con la hoja proviene la tradición guaraní, así como su uso medicinal. Los jesuitas, en un primer momento denostaron y prohibieron su uso, pero luego fueron grandes difusores de sus bondades. El mismo P. Diego de Torres SJ, fundador de la provincia Paracuaria de la SJ, escribió a la Inquisición de Lima el 24 de septiembre de 1610 que el uso de esta yerba es una “superstición diabólica que acarrea muchos males”. Y los jesuitas, al comienzo, con la sana intención de impedir el abuso del trabajo indígena por parte de los encomenderos, llegaron a amenazar con excomunión a quien produjese, consumiese o vendiese la yerba.

Pero a pesar de estas y muchas otras críticas los misioneros acabaron viendo todos los beneficios del consumo moderado de la misma, dadas sus cualidades de bebida excitante, no tan perjudicial como la coca.

La yerba mate pasó, no sin grandes dificultades, de planta silvestre que era recolectada en las zonas altas del bosque, a cultivarse en grandes plantaciones en las misiones de los jesuitas. Así, después de largas y pacientes observaciones, que quedan descritas en libros de varios jesuitas, y tras varios intentos, lograron cultivar la yerba. El P. José Cardiel en su Breve relación sobre las Misiones del Paraguay narra cómo los jesuitas fueron capaces de hacer crecer los árboles del mate en las misiones y de esta manera aliviar a los indios del pesado trabajo de su recolección por los montes del alto Paraná. Ahí decía “costó mucho trabajo, porque la semilla que se traía no prendía. Es la semilla del tamaño de un grano de pimienta, con unos granitos dentro rodeados de goma. Finalmente, después de muchas pruebas se halló que aquellos granitos, limpios de aquella goma nacían (…).”

Las plantas cultivadas en las misiones en tres o cuatro años producían una gran cosecha de hojas; y así la yerba mate se convirtió en el principal producto de exportación y medio de financiación de las reducciones guaraníes de la provincia del Paraguay, unas doce mil arrobas anuales, de cuyo ingreso se pagaba religiosamente el tributo al Rey.

Con la expulsión de los jesuitas de España y de sus misiones (1767) se perdió el arte y la costumbre de cultivar la yerba. Tuvo que pasar más de un siglo hasta que el naturalista Carlos Thais encontró la forma de resolver el arduo problema de hacer germinar la semilla. ¡Lástima que las obras del P. Sánchez Labrador SJ y el P. José Cardiel SJ, dónde se describía cómo hacerlo, estaban y están aún todavía, en parte, inéditas!

*Basado en el libro “La quina, el mate y el curare. Jesuitas naturalistas de la época colonial”, de Ignacio Núñez de Castro SJ (Mensajero, 2021)