Fraternidad
El papa Francisco publicó este domingo 4 de octubre, tras firmarla un día antes en Asís, la carta encíclica Fratelli tutti subtitulada «sobre la fraternidad y la amistad social».
Por el tema que aborda, Fratelli tutti es una encíclica llamada a resonar con fuerza en el seno de la Compañía de Jesús que, recordemos, define su misión en términos de «reconciliación y justicia». Así como cabe entender la encíclica previa de Francisco, Laudato SI’ (2015), como un sensacional impulso a la «reconciliación con la creación» de la que habla la Congregación General 36 (D1, 29-30), no menos alentadora es Fratelli tutti para otra de las dimensiones de la reconciliación: la «reconciliación de la humanidad» (D1, 25).
En línea con Laudato si', en Fratelli tutti (hermanos todos) se entretejen doctrina social, espiritualidad, eclesiología y pastoral en el estilo cercano y franco al que Francisco nos acostumbró ya desde la exhortación apostólica Evangelii Gaudium (2013) de inicios de su pontificado.
El Papa describe duramente las sombras del mundo en el que vivimos. La lectura del primer capítulo puede resultar desasosegante. Pero esa dura disección de nuestro mundo no es el objetivo de Francisco. Fratelli tutti es una llamada a la esperanza desde el convencimiento de que en cada uno de nosotros habita una «esencia fraterna», como en el buen samaritano, capaz de «generar nuevos procesos y transformaciones» y ser «parte activa en la rehabilitación y el auxilio de las sociedades heridas».
La centralidad de hacerse prójimo, de superar las tendencias divisionistas, la invitación a la apertura, a aproximarnos a y entrar en diálogo son llamadas fuertes de esta encíclica. Y no solo se manifiestan en su contenido sustancial, sino también, de modo ejemplar, en detalles, no menores, como el de afirmar que para su escritura se sintió «particularmente estimulado» por la reflexión conjunta realizada con el Gran Imán Ahmad Al-Tayyeb.
La encíclica no se conforma con hablar de fraternidad como virtud o deber moral en nuestra vida ordinaria. Dedica todo un capítulo a la política, consciente del papel fundamental que esta, la buena política, ha de desempeñar en la configuración del mundo. Su lectura resultaría muy recomendable para tantos políticos guiados por el márquetin del poder y el partidismo desinteresado hacia el bien común.
Se aprecia también el contexto del que el Papa proviene. La teología del pueblo que aflora y sus referencias sociales pueden resultar incómodas en determinados ámbitos. La hermana Yolanda Kafka, polaca, presidenta de la Unión Internacional de Superioras Generales, lo reconocía en un sugerente diálogo con el padre general A. Sosa SJ, advirtiendo que la teología del Papa en esta encíclica parte de la historia de la salvación, no de una idea política.
Fratelli tutti conecta numerosos ámbitos de misión importantes para los jesuitas como el de la cultura —se debe amar la propia para abrirse el mundo— o las migraciones —«acoger, proteger, promover e integrar» dice Francisco—; plantea una posición nítidamente pacifista frente a la violencia y se pronuncia en favor de la reforma y fortalecimiento de las Naciones Unidas.
Comienza un periodo de recepción de esta importante encíclica, escrita desde la fe cristiana, pero con vocación de iluminar aspectos esenciales de la condición humana, y por tanto abierta a cualquier persona que esté dispuesta a compartir el sueño, que no utopía, de una hermandad mundial.