465 años de los jesuitas en Granada
Corre el año 1551, el jesuita granadino, el P. Juan Pablo Álvarez llega a su ciudad natal por recomendación médica, para recuperarse de unas dolencias. Él será el primer jesuita que llegue a Granada. No será esta la última vez, pues dos años después, en 1553, regresa. En esta ocasión será cuando se comience a fraguar la fundación de una comunidad en la urbe de la Alhambra.
Otro jesuita, también granadino, el P. Diego de Santa Cruz, junto con su hermano, donaron una casa, en 1554, para un primer asentamiento de los jesuitas. A esto se sumo que el arzobispo, D. Pedro Guerrero, que había regresado, en 1552, de la segunda etapa del concilio de Trento, volvía entusiasmado con los miembros de la Compañía de Jesús que había conocido, y estaba muy interesado en que fundaran en la ciudad, pues estaba seguro que su presencia ayudaría a implantar y difundir los frutos que estaba dando el mencionado Concilio.
La primera comunidad vino ese mismo año a Granada. Su forma de vida y su espiritualidad fue impregnado en la ciudad. El número de jesuitas aumentó rápidamente por lo que, en 1556, la comunidad tuvo que mudarse a una casa cerca de la muralla de la ciudad. Pero dos años después se tuvieron que volver a trasladar a una nueva, en esta ocasión fuera de las murallas. En este momento fue cuando se tomó la decisión de comenzar a comprar unos terrenos junto a la puerta de san Jerónimo para levantar allí un colegio, una residencia para los jesuitas y una iglesia. La residencia fue inaugurada en 1562. Con anterioridad, y bajo el auspicio del mencionado arzobispo de Granada, los jesuitas fundaron una Casa de la Doctrina en el barrio del Albaicín para la educación cristiana de los moriscos. De ella saldrá el famoso P. Ignacio de las Casas, quien denunciará, en ese tiempo, la falsedad de algunas de las reliquias encontradas en el Sacromonte, y el P. Juan de Albotodo, predicador y catequista, ambos moriscos.
Entre los jesuitas granadinos tenemos que destacar al filósofo y jurista P. Francisco Suárez y al beato Hno. Baltasar Torres, que murió martirizado en Nagasaki (Japón) con el P. Francisco Pacheco. También tenemos que hablar del jesuita cordobés P. Tomás Sánchez, quien tras conseguir ingresar, en 1567, en el noviciado de Sevilla fue enviado, al año siguiente, a Granada, en donde se formó y se convirtió en un afamado moralista. Dentro del campo de la Teología tenemos que destacar al P. Diego Granado, gaditano y rector del Colegio de san Pablo de Granada, en el que se estaban impartiendo las cátedras de Lógica, Filosofía y Teología. Destacó, éste, por su defensa del dogma de la Inmaculada Concepción. En esto último también señalar al P. Gaspar de Zamora que escribió sobre este tema estando en Granada. De inicios del siglo XVIII, tenemos que nombrar al venerable granadino P. Manuel Padial, que murió en olor de santidad, por lo que se abrió el proceso diocesano para su canonización, siendo remitido toda la información a Roma, pero se vio interrumpido el proceso por la expulsión de la Compañía de Jesús de España en 1767 y su posterior supresión.
En 1814 se produjo la restauración de la Compañía por el papa Pío VII, pero los jesuitas no regresarían a Granada hasta 1877 con motivo de la una misión popular promovida por el arzobispo de la ciudad, D. Bienvenido Monzón, el cual realizó la petición formal a los superiores de la Compañía para que se establecieran nuevamente en la urbe. Ello acaeció el 1 de julio de 1880. El entonces Provincial aceptó, del mencionado Arzobispo, la iglesia del Santísimo Corpus Christi y la residencia contigua, conocida por los granadinos como los “Hospitalicos”. Quince años después, 1895, aparece en los catálogos el Colegio Máximo de la Cartuja con una comunidad compuesta por 147 jesuitas.
Pero la residencia de los “Hospitalicos”, como ya ocurriera en tiempos pasados, se quedó pequeña e hizo falta comenzar a hacer gestiones para una nueva. En esos momentos se había comenzando la creación de la Gran Vía de Colón con el derribo de los edificios. Esto se vio como una oportunidad. Los jesuitas compraron el primer solar de la mencionada calle. La primera piedra se puso el 4 de mayo de 1897, siendo el 16 de noviembre del año siguiente cuando se traslade la comunidad a la nueva residencia y proceda a la bendición del nuevo templo y su apertura al culto bajo la advocación del Sagrado Corazón de Jesús.
La vida de los jesuitas transcurrió con normalidad, entregada a la misión apostólica encomendada por los superiores. Pero, en enero de 1932, se publicó en la prensa el decreto que ordena la disolución de la Compañía en España. Los jesuitas, tanto los de la Residencia como los del Colegio Máximo, tuvieron que salir, el dos de febrero, de sus respectivas comunidades, dispersándose por diferentes casas que los acogían. El templo fue devuelto a la Compañía en febrero de 1935, mientras que para la residencia tendrán que esperar dos años más. En el año 1941, el 8 de marzo, se trajeron los restos mortales del jesuita sevillano, P. Alfonso Payán, que desarrolló una gran labor apostólica en Granada, sobre todo entre los jóvenes, estando al frente de las Congregaciones marianas de los Luises. En 1936, fue a Almería por motivos pastorales. Estando allí fue detenido y fusilado el 30 de agosto, muriendo como mártir.
El centro de estudios teológicos, el mencionado Colegio Máximo de la Cartuja, por un decreto de la Congregación de Seminarios y Universidades, de 1939, se transforma en Facultad de Teología “con derecho a conferir grados académicos a los miembros de la Compañía”. A los pocos meses se le concede que pueda otorgar grados académicos a todos los alumnos de la Provincia Eclesiástica de Granada. En años posteriores se concede a la Facultad el derecho de otorgarlo a los alumnos de los institutos religiosos que lo van solicitando. Y tras el concilio Vaticano II, los obispos de todas las diócesis de la Provincia Eclesiástica de Granada deciden mandar a estudiar a la Facultad a sus seminaristas mayores.
Ésta seguirá siendo la misión principal de los jesuitas de la ciudad. Será, por ello, por lo que en los años ochenta se inauguró el “Centro Universitario P. Suárez” con diferentes aulas de Teología, formación y acompañamiento espiritual, psicología, etc. En la actualidad es un Centro Fe-Cultura-Justicia, con diversas actividades: formación, conferencias y espacio para diversas realidades pastorales, entre ellas CVX o Magis. De esta forma los jesuitas en Granada continúan con la labor que comenzaron en el siglo XVI.
Miguel Córdoba Salmerón sj
FOTOS
Superior: Antiguo Colegio de san Pablo de Granada (Foto: Miguel Córdoba)
Post: Residencia e iglesia del Sagrado Corazón de Jesús (Foto: César Triviño)