Nuestras bibliotecas olvidadas
El mismo fundador de la Compañía de Jesús, San Ignacio de Loyola, fue consciente de la importancia que tenía el ser persona formada intelectualmente para su Misión de difusión del Evangelio. Y por ello decidió, siendo ya muy mayor, estudiar en centros universitarios de prestigio como eran las universidades de Alcalá de Henares y de París. Para él, y para los miembros de la Compañía de Jesús, el conocimiento a través de los libros es raíz fundante de su pensamiento y acción.
El documento fundacional o guía normativa de la Compañía, las llamadas “Constituciones”, ya señalaban la necesidad de que los colegios tuviesen una biblioteca: "Haya librería, si se puede general, de los colegios y tengan llave de ella los que el rector juzgare deben tenerla", y la Ratio Studiorum, o guía pedagógica de la educación jesuita durante siglos, señalaba unas rentas fijas para la adquisición de libros. Es decir, desde sus inicios, sus centros tenían siempre voluminosas bibliotecas, regidas por una normativa clara que organizaba los fondos y sus catálogos con una clasificación propia.
Pero, en España, debido a la complicada historia de la Compañía en nuestro país, con las diversas expulsiones de 1767, 1820, 1835, 1868 o 1932, muchas de sus bibliotecas desaparecieron, sus documentos se dispersaron y otra parte de sus fondos quedaron englobados en bibliotecas de patrimonio cultural público.
Hoy, en el Día del Libro, recordamos dos importantes bibliotecas olvidadas de la Compañía de Jesús en Madrid, la del Colegio Imperial y la de la ya llamada Casa Profesa. De la primera, recordamos cómo tras la expulsión de los jesuitas de 1767, Carlos III creó una gran biblioteca con su material expropiado. También los fondos confiscados de Ultramar se centralizaron en el antiguo Colegio Imperial. Al restaurarse la Compañía de Jesús en el siglo XIX, el rey Fernando VII restituyó sus bienes, incluida su biblioteca, a condición de que siguiera siendo pública. Parte de sus fondos fueron entregados a la Universidad de Alcalá de Henares (Madrid) pero a lo largo del citado siglo parte de la documentación se dispersó, a veces por cuestiones políticas como la revolución de 1868. Incluso hubo documentos que se vendieron al peso y consta que fueron adquiridos por Francisco Javier Bravo que los donó al Archivo Histórico Nacional en 1872.
La otra biblioteca olvidada que hoy queremos recordar es la Casa Profesa de Madrid, para muchos la segunda de España después de la Biblioteca Nacional, con 80.000 volúmenes. En 1931 la quema de conventos comenzó con el saqueo de dicha casa y supuso la destrucción de dicha biblioteca.
Todos esos libros de sus bibliotecas trataban temáticas muy diversas, desde la más propia temática teológico-religioso, pasando por las matemáticas, física experimental, historia natural, e incluso medicina, botica, botánica o alquimia, entre otras ciencias.
Hoy en día, parte de los fondos bibliográficos de la Compañía en España -además de en el Archivo Histórico de los jesuitas de Alcalá de Henares- se conservan dispersos en el citado Archivo Histórico Nacional, la Universidad Complutense, la Real Academia de la Historia, el Archivo del Reino de Valencia y otros iberoamericanos (Archivo Nacional de Chile, México, Paraguay, Colombia y Ecuador, etc.) Y en estos días, un proyecto del Archivo Histórico Nacional recopila y describe los fondos dispersos relativos a la Compañía de Jesús que posee, desde el s. XIV al XIX. Están formados por 1010 legajos, 780 libros y 33 carpetas, de 250 procedencias distintas.
(Fuentes de la entrada: Artículo: Los bienes de la Compañía de Jesús incautados en Madrid en 1767 y 1835, y conservados en la Universidad Complutense. Aurora Miguel Alonso; Achivo Histórico Nacional; Artículo: La evolución del "Systema Bibliothecae" de la Compañía de Jesús y su influencia en la historia de la bibliografía española. Aurora Miguel Alonso)