Jesuitas España

La música en las Misiones*

Publicado: Lunes, 01 Abril 2024

El uso de la música como instrumento de evangelización en las Misiones ya lo habían empleado franciscanos y dominicos, primeras órdenes en llegar a territorio americano, porque conocían la fascinación y facilidad que tenían los indígenas por la misma. Sabemos que la Compañía de Jesús en 1553, fundó en Sao Vicente la primera escuela de música. En ese mismo año, el provincial dio la noticia de que en Bahí habían funcionado tres coros diferentes para las vísperas de los sábados y días festivos. El primero acompañado de órgano, el segundo con clavicordio y el tercero con flautas, a lo que no se opusieron desde Roma.  

Con la experiencia de Brasil fueron llamados más jesuitas para asentarse en el territorio castellano. En las grandes poblaciones se fundaron casas profesas, noviciados e instituciones educativas para formar a los futuros jesuitas, pero también a los hijos de los españoles allí residentes, junto a indios, negros y mestizos. Aquí, el uso de la música era parecido al de la península.  

A medida que se alejaban de estos núcleos, la actividad misionera y educativa iba cambiando hasta llegar a las llamadas Reducciones como las de Paraguay, Chiquitos, Moxos o archipiélago de Chiloé. Y aquí el uso de la música fue una de las herramientas empleadas para atraer a los indígenas y después transmitirles la fe. Pues aquellos pueblos tenían una inclinación natural a la armonía, el canto y el uso de los instrumentos. Usaban canto simple y figurado, con órgano, guitarra, arpa, espineta, laúd, violín, violoncelo, trombón, corneta, oboe y similares. Y algunos algunos de estos instrumentos los fabricaban ellos mismos, muchos salían de la fábrica de San Javier en Chiquitos.

En todas las misiones había un importante grupo de miembros dedicados a la música. Los maestros de capilla, una vez que los jesuitas les enseñaron fueron los propios indios. En cada pueblo había entre 30 o 40 músicos entre tenores, altos, contraltos, violinistas… etc.

En el día a día de la misión el jesuita Cardiel (en “Breve relación sobre las misiones del Paraguay”) cuenta que se levantaban al escuchar las campanas y se reunían para rezar la oración. Si les sobraba tiempo, los padres cantaban letrillas de textos religioso. Después entraban en la iglesia donde cantaban y tocaban en la misa, seguida del acto de contrición y el “Alabado” con instrumentos”. Terminado esto, salían al patio, rezaban un poco y cantaban alguna canción en su lengua, almorzaban y se iban a trabajar al campo o las escuelas correspondientes. También conocían danzas de origen europeo.

Esta experiencia adquirida en las misiones de Paraguay se trasladó a las de Bolivia, Chiquitos y Moxos a finales del siglo XVII y principios del XVIII. Es de estas dos últimas reducciones de las que se conservan más ejemplos musicales porque tras la expulsión de la orden (en 1767) los maestros de capilla continuaron haciendo uso de las partituras hasta nuestros días. Su expansión y conocimiento externo se dio a partir de 1972 durante la restauración del templo de San Rafael (misión de Chiquitos creada en 1696) por parte del jesuita Hans Roth Merz. Allí, se encontraron 4000 páginas de música. Un año más tarde, cuando comenzó la restauración de la iglesia de San Ana (Misión de Chiquitos, creada en 1755), se encontraron otras 15.000 páginas. Entre estas páginas encontramos obras de jesuitas como Doménico Zipoli, Julián Vargas (maestro de capilla de Potosí y Sucre), Juan de Araújo (maestro de capilla de Sucre), junto a un conjunto de obras anónimas.  

Podemos deducir que los primeros cantos eran sencillos y de carácter catequético en las lenguas autóctonas. Una vez que las misiones estuvieron más asentadas, comenzaron a aparecer misas polifónicas, vísperas, antífonas mayores, himnos, pasiones… Esto nos muestra que tenían el mismo tipo de música que en cualquier centro religioso de la época.  

¿Qué jesuitas hicieron esto posible? Entre otros, Doménico Zipoli (Florencia, 1688-Córdoba, Argentina, 1726) es el más conocido de todos ellos pues ya era un reconocido compositor y organista en su país nata, Italia. Sus obras se encuentras dispersas entre los archivos de Moxos y Chiquitos y otras perdidas en el tiempo. Otros jesuitas músicos en las misiones fueron: Anton Klemens Ignaz von Sepp (Italia, 1655-San José, Argenina, 1733) o Martin Schmid (Baar -Suiza, 1694-Lucerna 1722), Juan José Messner (Bohemia, 1703-Perú, 1768), o Florián Paucke (Polonia, 1719-Bochemia, 1779), entre otros.

La música de las Misiones era bonita, de un claro estilo barroco, pero sin la grandilocuencia de la música europea y se empleaba como medio para acercarse a Dios y aumentar el fervor religioso.  

*Texto basado en el artículo de Ana Ángeles Retamero Molina, del libro “Jesuitas. Impacto cultural en la monarquía Hispana (1540-1767). Vol. II”, dirigido por Henar Pizarro (Mensajero-Salterrae/Universidad Pontificia Comillas. 2022)